miércoles, 19 de septiembre de 2012

MILITANCIA / COMUNITARIEDAD / TEIMOSÍA



49. MILITANCIA

La militancia es fundamentalmente una actitud de servicio en el horizonte de las grandes Causasde nuestro Pueblo. Un servicio que tiene en cuenta la situación de los pueblos y sus procesoshistóricos. Un servicio que valoriza las organizaciones de los mismos pueblos, sus reivindicaciones, yque entra en la reivindicación de todo lo que sea justicia, igualdad, identidad, alteridad, proyecto de lanueva sociedad. No es sólo disponibilidad, servicio. Es servir «organizadamente». Un servicio a lasgrandes Causas del Pueblo, a sus luchas, a sus reivindicaciones. Es un servir político, revolucionarioincluso. El militante es capaz de ir percibiendo constantemente el clamor del Pueblo, susreivindicaciones, y está dispuesto a entrar en su marcha, en sus procesos, en sus luchas concretas
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.«Militancia», como palabra, suena a «militar», evidentemente. Pero nosotros sabemos que las«armas» del pueblo son normalmente otras, y que son muchas más. Unas veces podrá ser una huelga,una marcha callejera, una recogida de firmas, una declaración, un ayuno, una reivindicación de losderechos humanos conculcados, un trabajo paciente de concientización, una vigilia… Otras vecesconsistirá en adelantarse incluso a una necesidad que un grupo humano, un barrio, quizá no sabeformular… Y, evidentemente, reclamará para todos, de un modo u otro, la participación en el partido,en el sindicato, en el movimiento popular…Ser militante implica disponibilidad. De un auténtico militante -él o ella- se supone que estásiempre dispuesto: a cualquier hora, a cualquier llamada, para las reuniones de emergencia, para losprogramas de urgencia, para trabajos extra… Militante es aquél que está siempre disponible paratrabajar por el Pueblo.El militante siempre está con la guardia montada. Siempre está alerta. No duerme. No se lepasan las cosas. 

Tiene una fina sensibilidad para detectar los intereses del pueblo, los desafíos, lospeligros, las oportunidades, el Kairós… allí por donde otros pasan desapercibidos. Tiene siempredespierto un sexto sentido que todo lo procesa desde la óptica de la Causa. El militante está siempre«al acecho».El militante es capaz de asumir riesgos. No es de los que buscan seguridad, de los que no semueven si no es por remuneración económica, de los que no ponen en juego nada de sí mismos, delos que nada hacen gratuitamente, «por amor al arte» (por amor puro a la Causa). 

El militante poneen juego -y a veces con mucho riesgo- su tiempo, su paz, su futuro, su progreso personal, su derechoal descanso, su economía personal, la seguridad de su vida a veces… y todo ello, por ayudar alcrecimiento de conciencia del Pueblo, por defender los derechos del Pueblo, por ser intransigente conla injusticia, siempre «por la Causa».Al mismo tiempo, el militante es capaz de contagiar a otros esa misma actitud, ese mismoespíritu: de «servicialidad estructurada», de servicio «organizado», de combatividad en las luchas delmovimiento popular, de entrega a la Causa, de entusiasmo maduro. El militante irradia mística,contamina a los demás con su apasionada entrega, chorrea esperanza. Provoca una actitud militanteen los demás. 

Contagia militancia. Porque ésta no es un activismo, sino un talante, un «espíritu» quebrota de lo más hondo de la persona.El militante sostiene a los compañeros, sostiene la esperanza del pueblo. «A pesar de». Contra toda esperanza. No se decepciona ante la «increíble inercia de lo real» (Guardini). Porque lamotivación de su lucha no es el éxito conseguido, sino la utopía, el espíritu que le inspira.El militante, si sabe superar la tentación de vanguardismo o de sustitución del Pueblo, no debetener miedo de su propia actitud de frontera, o incluso de vanguardia. Evidentemente, el militante noes masa. La militancia supone un cierto liderazgo. Por eso también es importante que cada militantesepa en qué áreas, en qué esferas, en que momentos está siendo convocado su espíritu militante, sucapacidad de militante. Debe tener la creatividad necesaria para adelantarse, para abrir camino.




50  COMUNITARIEDAD 

Como se trata de una militancia que es servicio al pueblo y a sus organizaciones, es evidenteque se trata de una militancia muy comunitaria. En América Latina ha crecido mucho esta sensibilidad,corrigiendo vanguardismos, caudillismos, a veces incluso caudillismos revolucionarios no tanoportunos, superados ya gracias a Dios. La militancia exige un gran sentido de comunidad. Un sentidode comunidad que lleva a valorizar la organización del pueblo, a estimularla. El militante debe saberretirarse, o por lo menos ponerse en segundo plano en el momento oportuno. Y debe hacer hincapiéen no querer cobrar sus méritos de iniciador, de líder, de «primero».Para esa militancia, siempre en guardia, humilde, auténticamente servicial, con espíritucomunitario y con voluntad de organización, se necesita una gran capacidad de renuncia (que, entérminos más cristianos, llamaríamos «ascética»). 

Los mismos revolucionarios latinoamericanos, losmejores, -podemos pensar en líderes indígenas como Tupac Katari, el negro Zumbi de Brasil, Sandino,el Che Guevara…- han tenido esa gran capacidad de renuncia.

 Los guerrilleros salvadoreños tienen aquel famoso poema: «si quieres entrar aquí…renuncia a todo interés personal».

Entre los Sinarquistas, también se repite con convicción:

 "El Sinarquista no pide nada para sí: debe estar siempre dispuesto a entregarse a toda obra que redunde en beneficio colectivo, a prestar el concurso de sus fuerzas físicas, de su dinero o de su talento para poner remedio eficaz e inmediato a todo aquello que constituya un mal social"

 Esa capacidad de renuncia, esa «ascesis» se manifestará en el dormir, en el comer, en el servicio concreto en lasmenudencias de la vida de cada día, en la capacidad de continuar siempre sin pasar factura dereconocimiento de los propios méritos, en el desprendimiento personal, en el distanciarse incluso de lomás lógico y legítimo, como la familia… 

Seguramente en este sentido decía el Che que «el matrimonioes el sepulcro de los revolucionarios».
«Teimosia»

Y, claro, no se trata de una militancia que sea «flor de un día», o para una experiencia juvenil, opara una época de la vida como trabajador social o como internacionalista, por ejemplo.

Ni sólo paramomentos de entusiasmo: se trata de una militancia que vaya acompañada de lo que en Brasil sellama «teimosia»  es decir, una cierta terquedad, una gran constancia, un auténtico aguante…

51. TEIMOSIA 

Solamente teniendo cuadros de verdaderos militantes en el movimiento popular, en los partidos,en cualquier tipo de revolución que merezca el adjetivo de «popular», esos movimientos, esos partidosy esas revoluciones tendrán eficiencia.En ciertos momentos se ha rechazado en América Latina determinadas experiencias, con razón,porque algunos de sus militantes tuvieron sólo «momentos altos» de militancia. Les faltó esa terquedad, esa «teimosia», esa capacidad de renuncia, o ese saber renunciar a un protagonismo-legítimo en ciertos momentos-, en favor de la comunitariedad, de la organización.Todos recordamos figuras históricas de militantes del pasado. Pero también, sin duda, todos conocemos militantes modelo en nuestro propio entorno, hoy, aquí y ahora. 

Sabemos distinguir perfectamente quiénes tienen auténtico «espíritu de militancia»: por su disponibilidad permanente, porsu desinterés personal, porque se nota que no trabajan «por un salario», porque no trabajan simplemente para «cumplir», porque están transidos de amor a la Causa, porque contagian pasión y esperanza, porque no pretenden figurar, porque siempre están en guardia… Porque son en verdad«militantes», en una palabra que puede decirlo todo.Como es una militancia no al servicio de un partido sino una militancia al servicio del pueblo (y sabemos que el pueblo sólo deja de ser masa y se hace Pueblo cuando se organiza), desde el principio la militancia ha de ser una militancia «en vistas a», «al servicio de» un pueblo organizable, de un pueblo que se organiza, o que ya está organizado. Si no, tendríamos solamente militantes francotiradores, quizá geniales, pero aislados. Estamos hablando de una militancia que puede ejercerse, evidentemente, en campos muy variados: en un partido, en el movimiento popular, con unaorganización determinada…

Pero nos referimos en todo caso a una militancia que al mismo tiempo tenga siempre presente esta intención. Porque para nosotros, por ejemplo, un partido no sería auténticamente «popular» si notuviera como Causa el Pueblo. Si un partido hace de sí mismo su propio objetivo, incurre en el mismo pecado que la Iglesia cuando hace de sí misma su propia causa. Tampoco puede olvidarse nunca que «la» Causa del Pueblo son muchas Causas, entrelazadas, y a veces en conflicto entre sí. En la defensa de la tierra, por ejemplo, pueden cruzarse el derecho primero de los indígenas con la necesidad de los labradores. En el mundo del trabajo pueden chocar intereses encontrados de las diferentes categoríaso sectores; muchas veces los trabajadores del campo y los trabajadores de la ciudad no acaban de sentirse «los trabajadores» en solidaridad de luchas. Y en cualquier ámbito de la lucha popular, losderechos, las peculiaridades, las reivindicaciones de la mujer deben atenderse como es de justicia y de compañerismo, sin caer en la fácil tentación machista que todavía ronda a muchos compañeros(hombres) de militancia. 

La militancia en partido, en sindicato o en organización deberá tener la disciplina explícita que esos organismos exigen: debo respetar el programa, incluso el cronograma. No puedo ser unfrancotirador. Si estoy en un partido o sindicato, en un una organización popular, es evidente que debo tener más disciplina que si milito simplemente en un movimiento popular de masas más espontáneo…Porque si estoy en un partido o sindicato acepto sus leyes, sin negar la necesidad de una participación adulta y crítica en los mismos. Todo eso es también espiritualidad. Sabemos precisamente que algunos, incluso algunos más o menos grandes o célebres, fallaron porque no supieron respetar la disciplina. 

Otros dejaron de ser grandes al romper la disciplina por vanidad, por protagonismo…No hay que dejar de señalar los límites de la militancia en un partido: no se puede absolutizar el partido. Hay que ponerlo siempre al servicio del pueblo… Pero al mismo tiempo saber someterse a las leyes, a los programas, a los cronogramas del partido. Porque la eficacia del partido dependerá de la fidelidad de los militantes a las propias causas y leyes del partido.Las izquierdas y movimientos sociales, patrióticos, en América Latina en los últimos años han reconocido que hubo partidos,movimientos, incluso ciertas revoluciones excesivamente vanguardistas, o hasta un poco caudillistas, y que de ciertos partidos en sí mismos se hizo una causa 

. La idolatría del partido y el narcisismo del partido imposibilitaron que el partido supiera servir realmente al pueblo y que se pudieran contagiarlos mismos ideales, la misma fuerza, a números cada vez mayores, que es lo que debería haberinteresado…

APÉNDICE
:
PARA UNA CONSIDERACIÓN CRISTIANA DE LA MILITANCIA.

El fundamento teológico y cristológico de la militancia estaría en aquella palabra-actitud de Jesúsque le llevó a confesar que «no he venido a ser servido, sino a servir».Los profetas fueron militantes esforzados, aunque muchos de ellos fueron llamados en las horasdel miedo («que yo no soy capaz», «que no sé hablar»…). 

Recordaríamos el centinela de Isaías, esa actitud de estar alerta.Juan Bautista, centinela de las vigilias de la llegada del Reino en Jesús, sabe convocar sinponerse en el centro («detrás de mí viene alguien que es antes que yo»: Jn 1, 30), da un impresionante testimonio de coherencia entre su vida y su predicación, sabe protagonizar una marchade penitencia y conversión, sabe incluso retirarse en favor de Jesús cuando llega el momento oportuno(«conviene que él crezca y yo mengüe», Jn 3, 30), denuncia sin rodeos la corrupción de los poderosos,y se mantiene militante hasta el final, hasta dar testimonio con su sangre.Jesús mismo, cuando exige renunciar, cargar la cruz, estar dispuestos a dejar la propia vida enla tarea, etc., está exigiendo esa especie de militancia cristiana. Y pide que al mismo tiempo nos consideremos «siervos inútiles: no hicimos más lo que teníamos que hacer».Ser cristiano es una militancia: vivir y luchar por la Causa de Jesús, el Reino. Ser militante, serservidor del Reino…

 Es una militancia bastante profética, y al mismo tiempo ministerial… «El buen pastor da su vida por las ovejas. El asalariado no, porque a un asalariado no le importan las ovejas…»(Jn 10, 11-13).En términos no sólo más cristianos sino explícitamente eclesiales, diríamos que todo lo que sea  «diakonía» y «ministerio» sería una especie de «militancia pastoral», al servicio del Reino de Dios.Para que precisamente el pastor no sea un funcionario, para que no haya como «momentos depastoral» o «servicios pastorales de fin de semana», sino una especie de actitud constante de«militancia pastoral». También se exigiría en términos cristianos esta acuidad de vista y de oído parasaber cuándo uno debe provocar un gesto profético, cuándo uno debe exigir quizá a los propiospastores una sensibilidad concreta, una palabra necesaria, una presencia oportuna.Se trataría siempre, en todo caso, de una militancia-por-el-Reino, «al acecho del Reino».







TEIMOSIA: Palabra brasileña que significa tesón, constancia, perseverancia, aguante. Es más «sensata» que lapalabra castellana «terquedad», y tiene una connotación militante.

8 Cl. BOFF, Os pobres e suas práticas de libertação ,  en PIXLEY-BOFF,
Opção pelos pobres , Vozes,Petrópolis 1987, págs. 230-247

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Aquí podríamos recordar las palabras de Enmanuel Mounier: habremos de luchar mucho para que nuestras ideas no se tornen dogmas pero se mantengan intactas.















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