Budismo Zen
Go significa “cinco” , I es una “situación, peldaño o paso” Estos pasos se dividen en dos grupos:
- Noéticos, y
- Afectivos o de connación,
Y entre ambos, un Punto de Transición, en donde lo noético empieza a ser de connación y el conocimiento se convierte en vida. La comprensión noética de la vida zen se hace dinámica “la palabra” se encarna; la idea abstracta se transforma en una persona viva que siente, quiere, espera, aspira y sufre y es capaz de cualquier cantidad de trabajo
En el primero de los dos últimos “pasos”, afectivos o de connación, el hombre dedicado al zen trata de apresar su visión al máximo de sus capacidades. En el último alcanza su destino que en realidad no es ningún destino.
Sho y hen, en japonés, constituyen una dualidad como el yin-yang en la filosofía china
- Sho significa literalmente, en japonés: bueno, derecho, justo, equilibrado
- Hen significa: parcial, unilateral, desequilibrado, desviado
Sus equivalentes castellanas:
- Sho: lo absoluto, lo infinito, lo uno, Dios, Lo oscuro (indiferenciación), igualdad, Vacío (sunyata), Sabiduría (prajña), Lo universal Ri (li)
- Hen: lo relativo, lo finito, lo múltiple, el mundo, la lux(diferenciación), La diferencia; la forma y materia (namapura); el amor (Karina) y lo particular Ji (shih)
El go-i se lee en japonés:
- 1 Sho chu hen “el hen en el sho”.
- 2 Hen shu sho “el sho en el hen”
- 3.Sho chu rai “la venida del sho”
- 4 Ken shu shi “la llegada al ken”
- 5 Ken chu to “el establecimiento en el ken”
Primer paso zen. “el hen en el sho”, significa que lo uno es lo múltiple, Dios en el mundo, lo infinito en lo finito. Cuando pensamos, sho y hen están en oposición y no pueden reconciliarse, pero en realidad cada uno por si no pueden ser ellos mismos. Lo que hace lo múltiple (hen) es que lo uno está en ello.
Segundo paso zen. “el sho en el hen”, que complementa lo anterior. Si lo uno está en lo múltiple, lo múltiple debe estar en lo uno. Lo múltiple es lo que hace posible lo uno. Dios en el mundo y el mundo está en Dios. Dios y el mundo están separados y no son idénticos en el sentido de que Dios no puede existir fuera del mundo y que lo uno no se distingue de lo otro. Son uno y, sin embargo, cada uno retiene su individualidad: Dios es infinitamente particularizante y el mundo de particulares se encuentra anidado en el regazo de Dios.
Tercer paso zen. “la venida del sho” Punto en el que cualidad noética de los dos pasos anteriores se transforma en la connación y se convierte realmente en una personalidad viva, sensible y volitiva.. Hasta este momento era la cabeza, el intelecto, en el sentido más preciso que pudiera entenderse. Ahora se le añade el tronco con todos sus contenidos viscerales y también con todos sus miembros, en especial las manos, cuyo número puede crecer hasta mil (símbolo del infinito) como los de Kwannon, La Bodhisattva. Y en esta vida interior se siente como el Buda niño, que hizo, tan pronto como salió del cuerpo de su madre, esta afirmación: “El cielo arriba, la tierra abajo, yo solo soy el más honorable”.
Hablamos por lo común del “yo”, que es sólo un pronombre y no realidad misma. Si “yo” es un pronombre como “tú”, “él, “ella” ¿Qué hay detrás? Para la psicología no tiene existencia, es un simple concepto que designa una estructura misma de la que es símbolo. ¿De dónde deriva su dinámica un simple concepto? ¿Qué le hace que se declare el único existente real? No puede ser simplemente una alusión, ni una ilusión, debe ser algo más real y sustancial, Y lo es, porque es aquí donde sho y shen se unifican como una identidad viva de la contradicción. Toda la fuerza que tiene el yo proviene de esta identidad. De acuerdo con Eckhart, la pulga en Dios es más real que el ángel por sí mismo. El “yo” ilusorio nunca puede ser “el más honorable”
El sho, en este paso, es utilizado de forma diferente al de los anteriores. Debe ser leído como desde el centro, del sho como hen y hen como sho.
Raí significa “venir o Provenir”.
Sho Chu Rai, significa “el que sale del medio del sho y del hen en su identidad contradictoria”
Dentro de un círculo, representa el dharmacakra, la rueda cósmica en su revolución interminable. O podemos adoptar el símbolo chino del yin-yang como símbolo del sho chu rai
Sho chu rai es significativo. Indica movimiento, junto a shi en el cuarto paso. Rai es “provenir” y shi significa “en el proceso de llegar al destino” o “moverse hacia la meta”. La abstracción lógica, Logos, sale ahora de su encierro y se encarna, se personaliza y entra en un mundo de complejidades como el “león de melena dorada” que es el “yo” finito e infinito a la vez, transitorio y permanente, limitado y libre, absoluto y relativo. Figura viviente que recuerda a Cristo en el Juicio Final (Capilla Sextina). Pero el “yo” zen, en lo que se refiere a sus manifestaciones exteriores, no es absoluto, sino apacible, discreto y lleno de humildad.
Algunos filósofos hablan del “Silencio” oriental en contraste con el “Verbo” occidental, que se convierte en “carne”. Lo que realmente quiere decir Oriente con su “silencio”, que no se opone al verbo, que es el verbo mismo, es el “silencio atronador” y no el que se sumerge en las profundidades del no-ser, ni se absorbe en la indiferencia eterna de la muerte. El silencio oriental se parece al ojo del huracán; es el centro de la furiosa tormenta y sin el no es posible ningún movimiento. Extraer este centro de inmovilidad de lo que lo rodea es conceptualizarlo y destruir su significado. El ojo es lo que hace posible el huracán. Ojo y huracán constituyen juntos la totalidad. Los dualistas no ven el todo en su coherente totalidad concreta.
Los dualistas pueden acentual parcialmente el aspecto móvil o el aspecto carnalmente visible de la realidad, e ignorando todo lo demás, darle la mayor importancia..
El hombre dedicado al zen nunca es indiscreto, sino que siempre se borra a sí mimo y no es presuntuoso. Aunque se declara “el más honorable” no hay nada en su apariencia exterior que muestre su vida interior. Es el que mueve sin moverse. Aquí es donde surge el verdadero “yo”, no el “yo” que cada uno afirma ordinariamente, sino el “yo” que se descubre a sí mismo sub specie aeternitatis, en medio del infinito. Este “yo” es el suelo más seguro donde todos podemos encontrarnos y sobre el que todos podemos sostenernos sin miedo, sin sensación de ansiedad, sin el atormentador momento de indecisión. Este “yo” puede descartarse casi hasta la no existencia, porque no es presuntuoso y nunca proclama ruidosamente que debe ser reconocido y apreciado. Los dualistas olvidan esto.
Todas las formas de ansiedad (neurótica o existencial) vienen del hecho de que en alguna parte de nuestra conciencia existe el sentimiento de conocimiento incompleto de la situación y esta falta de conocimiento conduce a una sensación de inseguridad y a la ansiedad, con todos sus grados de intensidad. El “yo” está siempre en el centro de cualquier situación con que podamos tropezar. Cuando el “yo” no se conoce plenamente, no dejan de atormentarnos preguntas y pensamientos tales como ¿tiene la vida algún sentido? ¿es todo realmente vanidad de vanidades? ¿hay alguna esperanza de captar lo que realmente vale la pena alcanzar?. Estoy inmerso en el remolino de los meros hechos, todos datos, todos limitados, todos absoluta y definitivamente invariables… Estoy indefenso; soy el juguete de la fatalidad. Y sin embargo añoro la libertad; quiero ser dueño de mí mismo. No puedo elegir, y sin embargo es necesaria una decisión en un sentido u otro. ¿Qué soy yo que estoy realmente detrás de todas estas preguntas atormentadoras? ¿Dónde está pues el suelo seguro en que pueda sostenerme sin sensación de ansiedad? Por qué no sé que “yo” puedo ser ese suelo seguro. El “yo” debe ser descubierto.
En el tercer paso se ha dado respuesta a todos estos pensamiento, pero en el siguiente sabremos más acerca del “yo” en su actividad intensa, que es sin embargo no-actividad.
Cuarto paso zen. Ken shu shi “la llegada al ken”, íntimamente relacionado al anterior, sin uno no puede darse el otro.
En la medida en que el hombre dedicado al zen tiene una conciencia lógica y noética, tiene conciencia del sho y del hen y puede querer referirse a su identidad contradictoria, pero cuando entra en este cuarto paso sale del ojo del huracán y se sumerge en la tormenta. Sho y hen son dispersados a los cuatro vientos. El hombre está ahora en la tormenta misma.
Ken significa “ambos”, referido al dualismo de lo negro y lo blanco, lo oscuro y lo claro, el amor y el odio, el bien y el mal, que es la realidad del mundo en que el practicante del zen conduce ahora su vida
Mientras que sho chu rai nos recuerda algo de los dos primeros pasos, ahora ken chu shi los ha dejado atrás, porque es la vida misma libre de sus paradojas intelectuales, o más bien, incluye sin separación ni diferencias o, mejor, en forma total, todo lo intelectual, afectivo o de connación. Es el mundo tal como lo tenemos con todos sus meros hechos que se nos enfrenta irrevocablemente. El hombre dedicado al zen ha “puesto sus pies” (shi) justo en ellos. Su verdadera vida empieza aquí. Este es el sentido del ken shu shi: “he entrado ahora en medio de las dualidades (hen)”. Aquí de hecho, con toda realidad, empieza la vida de amor (Karina) del hombre del zen.
Aquí el hombre dedicado al zen es como un puente, puede que no ofrezca la mejilla derecha para que lo golpeen, pero trabaja silenciosamente por el bienestar de sus semejantes.
- Alguien pregunto a un maestro zen: “Eres tan santo ¿Dónde te encontrarás después de la muerte?
- El maestro zen respondió: “¡Me voy al infierno antes que todos ustedes!”
- El interrogador fulminado dijo: “¿Cómo podría ser?
- El maestro dijo: “Si no fuera primero al infierno ¿quién esperaría allí para salvar a gente como tú?
No hay aquí motivo egoísta. Toda su existencia se dedica a hacer bien a los demás. Su espíritu es el de Cristo, llama a otros para ser salvados a través de él. No hay espíritu arrogante centrado en sí mismo, Simple e inocentemente, de todo corazón, expresan el mismo espíritu de amor
- Alguien pregunto: Buda es el iluminado y el maestro de todos nosotros y esta absolutamente libre de todas las pasiones ¿no es así?
- Maestro zen: “No, es el que abriga la mayor parte de todas las pasiones”
- Interlocutor: “¿Cómo es posible?”
- Maestro zen: “¡Su mayor pasión es salvar a todos los seres!”
En el Lotus Sutra dice Buda: “Mientras una sola alma solitaria no haya sido salvada, volveré a este mundo para ayudarla” “Un Bodhisattva nunca estará en el nirvana final, sino que permaneceré entre todos los seres y trabajará por su edificación e iluminación, cuidará de no evitar ningún sufrimiento si este puede conducir al bienestar general”. El amor y la compasión son la esencia de la condición de Buda y de bodhisattva. Estas “pasiones” les hacen permanecer entre los seres, mientras uno solo de ellos se encuentre sin alcanzar la iluminación
Antes de Hyakujo, el fundador del sistema monástico zen, los monjes budistas aprendían, meditaban y observaban los preceptos del vinaya. Hyakujo puso la regla del trabajo, esta fue una gran contribución al budismo “el espíritu de trabajo”.
Confucio dice: “Cuando los hombres pequeños tienen mucho tiempo disponible sin duda proyectan toda clase de males”.
Quinto paso zen. Ken chu to “el establecimiento en el ken” La diferencia de éste paso con el que le precede es el uso de to en lugar de shi, Ambos significan la misma acción “alcanzar” “llegar”. Pero shi no ha completado todavía el acto de alcanzar, el viajero se encuentra aún en el camino hacia la meta, mientras que to indica el acto pleno. El practicante zen alcanza su objeto, porque ha llegado a su destino. Trabaja tan esforzadamente como siempre; permanece en este mundo entre sus semejantes. Sus actividades no varían, lo que se modifica es su subjetividad.
Su conducta exterior no significa mucho, aunque vistiese harapos, mendigase o trabajara a jornal, está plenamente dedicado a su vida interior
La noción de amor zen carece de rango de erotismo, al contrario que en algunos santos cristianos, en los que su amor se dirige a Cristo, en tanto que los budistas no tienen prácticamente nada que ver con Buda, sino con sus semejantes, no creyentes y creyentes. Su amor se manifiesta en una forma de labor sin reproches, caracterizada por el sacrificio personal a favor de los demás.
Lo que el zen nos propone es: buscar la Iluminación para uno mismo y ayudar a otros a alcanzarla.
El zen tiene “oraciones” distintas de las cristianas, de las que suelen enumerar cuatro
- Por innumerables que sean todos los seres, ruego que todos se salven
- Por inexhaustibles que sean las pasiones, ruego que todas puedan ser suprimidas
- Por inconmensurablemente diferenciado que sea el Dharma ruego que pueda ser estudiado por completo
- Por alto que pueda ser el Camino de Buda, ruego que pueda ser absolutamente alcanzado
Su enseñanza y disciplina es simple:
- Hacer el bien,
- Evitar el mal,
- Purificar el propio corazón,
- Éste es el camino de Buda
El doctor T. Suzuki, psicoanalista, ha transmitido a Occidente el Budismo Zen. Lo anterior ha sido extraido de su disertación en México en 1957, recogido en su obra Budismo zen y psicoanálisis.
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